Polylepis Ecolodge

A 3.500 metros de altura, yace una construcción lujosa y rústica, fría y calurosa, ecológica, bella y llena de paz. Nos referimos al Polylepis Ecolodge al que tuvimos la suerte de visitar donde conviven dos ecosistemas únicos: el bosque de árboles de papel (polylepis) y los frailejones (espeletia).

Como primera parada, nos detuvimos en el pueblo El Ángel que se trata del asentamiento más alto del Ecuador a 3.000 metros de altura. Nos llamó la atención su plaza central con sus árboles podados a la perfección que dan lugar a distintas caras, representaciones y frases de cálida bienvenida. Desde aquí, nos dirigimos en camioneta al escondido bosque milenario.

Un lugar hermoso para meditar y observar la naturaleza que te rodea.

Tal y como estamos acostumbrados, al llegar al lugar nos recibieron algunos perros (Angelito y sus amigos) y alpacas que nos demostraban que estábamos a una altura considerable.  Unas 26 cabañas, cada una con un estilo diferente, demuestran la permacultura llevada al extremo entre el lujo y la rusticidad.

Lo primero que realizamos fue entrar a la amplia recepción que, para nuestra grata sorpresa, ya contaba con una chimenea prendida en el medio. Deben existir pocas cosas más lindas comparadas con observar la madera consumirse desde un cómodo sillón.

Una vez aclimatados, nos recomendaron realizar la caminata hacia la cascada a través del bosque para adentrarnos en ese ecosistema. Caminamos algunos metros hasta encontrar unas de las cabañas del lugar rodeada de naturaleza. ¿Qué lindo sería vivir aquí no? Continuamos hasta la laguna de los deseos donde reina la paz y la sabia naturaleza. Es un lugar ideal para cerrar los ojos y llenar los pulmones de aire puro.

Al regresar de esta increíble caminata, nuestra añoranza de querer vivir en el medio del bosque sería cumplida por al menos una noche: no podemos entender la vista de la habitación que cuenta con un enorme ventanal desde donde se observa el bosque de la paz. Es por eso que es muy importante la labor realizada en este establecimiento para cuidarlo y preservarlo para las futuras generaciones.

Luego de salir de nuestro estado de sorpresa, llegó la hora de disfrutar el alto grado de confort que ofrece este lugar. Pudimos gozar de una riquísima cena a la luz de las velas en el bello y rústico restaurant. Con el estómago completo, disfrutamos del Jacuzzi (sí, a 3.500 metros de altura) para luego completar este hermoso día con el calor que nos ofrecían las mantas eléctricas totalmente necesarias para las bajas temperaturas que se presentan en las avanzadas horas de la noche.

De este mágico lugar nos llevamos vida, naturaleza, hermosas vistas, paz, ecosistemas únicos y la demostración que con lo ecológico se pueden crear lugares inimaginables y, de paso, cuidar el medioambiente que nos rodea.

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